NOTA DE PRENSA

Ciencia y precisión: riguroso estudio desafía las percepciones sobre los cigarrillos electrónicos

En la búsqueda de respuestas sobre los posibles riesgos de los cigarrillos electrónicos, un grupo de científicos de renombre ha realizado una revisión exhaustiva de 14 estudios que analizan las emisiones de estos dispositivos, enfocándose en los carbonilos, compuestos químicos presentes en el aerosol que siempre han generado preocupación, desinformación y controversias. 

En el artículo «Métodos analíticos y calidad experimental en estudios sobre compuestos carbonílicos en aerosoles de cigarrillos electrónicos», publicado el 8 de agosto de 2024 en Frontiers in Chemistry (sección de Química Analítica, Volumen 12, 2024), los autores Roberto A. Sussman, Federica Maria Sipala, Simone Ronsisvalle y Sebastien Soulet exploran en profundidad los enfoques analíticos y el rigor experimental de las investigaciones sobre la presencia de compuestos carbonílicos en los aerosoles de cigarrillos electrónicos. Este análisis es clave para entender y evaluar los riesgos asociados a estos productos emergentes.

El nuevo estudio revisa críticamente los métodos analíticos y la calidad de los procedimientos experimentales utilizados en investigaciones sobre compuestos carbonílicos en los aerosoles de cigarrillos electrónicos. La revisión, publicada en este mes de agosto, destaca la importancia de un diseño experimental riguroso y una cuidadosa selección de métodos para asegurar resultados fiables en la evaluación de los perfiles toxicológicos de estos compuestos. De esta manera abre camino para nuevos y mejores estándares.

Criterios esenciales para la confiabilidad en los estudios

De acuerdo con los autores, para que un estudio sobre cigarrillos electrónicos sea considerado fiable debe cumplir con cuatro criterios fundamentales. 

Primero, es esencial que se proporcione información detallada sobre los dispositivos y procedimientos experimentales, permitiendo así que otros investigadores puedan replicar los experimentos. 

Segundo, los estudios deben utilizar protocolos de inhalación que simulen con precisión el uso real de los cigarrillos electrónicos, asegurando que los resultados reflejen de manera representativa la realidad del consumo. 

Tercero, se requiere la aplicación de métodos analíticos apropiados que garanticen la exactitud en la medición de los compuestos presentes en el aerosol. 

Cuarto, es fundamental incluir muestras en blanco, es decir, controles que no contengan los compuestos de interés, para evitar la detección de falsos positivos debido a errores experimentales.

Los resultados de la revisión clasificaron los estudios en función de su cumplimiento con estos criterios de calidad. De los 14 estudios analizados, siete fueron considerados fiables, cinco fueron clasificados como parcialmente fiables y dos como no fiables debido a fallas en los estándares de calidad. Aunque cinco estudios utilizaron muestras en blanco para evitar falsos positivos, seis no lograron cumplir con el criterio de reproducibilidad, lo que significa que sus experimentos no podrían ser replicados de manera confiable por otros investigadores.

Los cigarrillos electrónicos como herramienta de reducción de daños

A pesar de las limitaciones encontradas en algunos estudios, todos los que pudieron ser reproducidos mostraron consistentemente que la cantidad de carbonilos en los cigarrillos electrónicos era significativamente menor que en el humo del tabaco. 

«Los estudios que revisamos eran de alta calidad y encontraron sistemáticamente niveles bajos de carbonilos en las emisiones de los cigarrillos electrónicos en comparación con el humo de los cigarrillos de tabaco. Estas pruebas sólidas respaldan la idea de que vapear puede ser una alternativa menos nociva que fumar, lo que contrasta claramente con estudios anteriores que informaron de niveles de toxicidad más elevados debido a métodos defectuosos», explica Federica Maria Sipala.

Este hallazgo refuerza la idea de que, cuando se prueban y utilizan correctamente, los cigarrillos electrónicos podrían actuar como productos de reducción de daños, es decir como alternativas menos perjudiciales que los cigarrillos convencionales.

Los estudios revisados compararon los aerosoles generados por los cigarrillos electrónicos con el humo del cigarrillo combustible, resaltando que estos dispositivos evitan gran parte de la complejidad físico-química inherente al humo del tabaco. A diferencia de los cigarrillos tradicionales, los cigarrillos electrónicos no producen emisiones secundarias y sus emisiones principales carecen del 97% al 99% de los compuestos presentes en el humo del tabaco, incluyendo muchos de los conocidos como compuestos tóxicos (HPHCs).

Entre los subproductos más comunes generados por los cigarrillos electrónicos se encuentran los carbonilos, en particular aldehídos como el formaldehído, acetaldehído y acroleína. Estos compuestos se forman durante el proceso de aerosolización, cuando los ingredientes de los líquidos de los cigarrillos electrónicos, como el propilenglicol (PG) y la glicerina vegetal (VG), se descomponen debido a la degradación térmica. Los científicos subrayan una preocupación particular por estos carbonilos debido a su asociación con efectos negativos para la salud, especialmente por su potencial carcinogénico.

Según los científicos, para evaluar los riesgos para la salud en los usuarios de cigarrillos electrónicos es fundamental cuantificar los compuestos tóxicos presentes en los aerosoles que estos dispositivos generan. Sin embargo, la gran diversidad de cigarrillos electrónicos, con variaciones en dispositivos, resistencias, líquidos, niveles de nicotina y sabores, puede hacer que los resultados de estos estudios varíen significativamente, complicando la tarea de obtener conclusiones definitivas.

La importancia del control en las pruebas de laboratorio

Los autores señalan una deficiencia significativa en casi todos los estudios revisados: pocos informaron sobre cómo se almacenaron las muestras, los líquidos para cigarrillos electrónicos y los dispositivos antes del análisis. Explican que un almacenamiento inadecuado podría provocar el deterioro o la aparición de reacciones secundarias en los líquidos, afectando la precisión de los resultados. 

Según las directrices, los dispositivos y aerosoles deben almacenarse a temperatura ambiente, mientras que los líquidos deben mantenerse en recipientes herméticos para evitar la contaminación con agua. Si no es posible analizarlos de inmediato, deben ser almacenados a temperaturas de al menos −10 °C.

Estudios recientes han demostrado que la temperatura y el período de almacenamiento, así como el tipo de cartomizador pueden influir en la concentración de metales en los líquidos. Además, es esencial controlar las condiciones atmosféricas durante el análisis para evitar interferencias y garantizar que las muestras de aerosol recolectadas se almacenen de manera adecuada si no se analizan de inmediato. Este enfoque meticuloso en la preparación y manejo de las muestras es vital para obtener resultados fiables y precisos en la investigación sobre cigarrillos electrónicos.

El régimen de inhalación durante las pruebas de laboratorio tiene un impacto crucial en la cantidad de carbonilos emitidos por los cigarrillos electrónicos. Este régimen se define por cuatro parámetros esenciales: la duración, el volumen de la inhalación, los intervalos entre inhalaciones y la velocidad del flujo de aire. Incluso pequeñas variaciones en estos factores pueden alterar significativamente los resultados.

Para garantizar la precisión en el control de calidad y la comparación de dispositivos, las pruebas de laboratorio deben seguir un protocolo sistematizado de inhalaciones. La mayoría de los estudios revisados utilizan el estándar ISO 20768:2018 de CORESTA, diseñado para dispositivos de baja potencia, los cuales son comunes en la industria del tabaco. El 80% de los estudios analizados en este aspecto emplearon este estándar o variaciones menores del mismo, lo que es adecuado para estos dispositivos.

Revisiones anteriores han señalado que cuando este protocolo se aplica a dispositivos de alta potencia, puede provocar sobrecalentamiento y problemas como la inhalación «seca» (dry puff). Sin embargo, este inconveniente no fue relevante en los estudios revisados en esta investigación.

El futuro de la investigación sobre cigarrillos electrónicos

Desde la aparición de los cigarrillos electrónicos como alternativas potencialmente más seguras a los cigarrillos de tabaco se han realizado numerosos estudios para analizar el contenido químico de sus emisiones. Estos estudios son esenciales para comprender la toxicidad y el perfil de riesgo del vapeo, desempeñando un papel en la orientación de consumidores, profesionales de la salud, agentes públicos y reguladores, además de la industria.

Los estudios de emisiones son el primer paso en la evaluación de riesgos asociados con los cigarrillos electrónicos, seguidos por investigaciones preclínicas y clínicas. Sin embargo, para que estas revisiones sean verdaderamente útiles, deben ir más allá de simplemente enumerar resultados y estudios, ofreciendo evaluaciones críticas de la metodología empleada y la coherencia de los resultados.

Esta revisión en particular se enfocó en 14 estudios recientes sobre emisiones de carbonilos, especialmente aldehídos, los subproductos tóxicos más comunes en los cigarrillos electrónicos. Se utilizó un sistema de clasificación tipo «semáforo» para evaluar la fiabilidad de estos estudios, basado en cuatro criterios esenciales: la capacidad de reproducir los experimentos, el uso de parámetros de inhalación adecuados, la aplicación de métodos analíticos precisos y la utilización de muestras en blanco.

Los resultados mostraron que siete estudios fueron clasificados como fiables, cinco como parcialmente fiables y dos como no fiables. A pesar de que la mayoría aplicó métodos analíticos adecuados y reportó niveles bajos de aldehídos en comparación con el humo del tabaco, se detectaron fallas metodológicas significativas, como la falta de uso de muestras en blanco en nueve estudios y problemas de replicabilidad en seis de ellos.

Estas deficiencias son comunes en muchos estudios de emisiones y deben corregirse para mejorar la calidad de las pruebas. A partir de esa revisión, se sugiere actualizar los estándares de laboratorio, exigiendo el uso de muestras en blanco y proporcionando información detallada para la reproducción de experimentos. Además, se critica la rigidez de los estándares actuales, que no siempre se adaptan a la variedad de dispositivos disponibles.

Por último, los autores destacan la importancia de involucrar a los usuarios en la logística experimental, dado que los cigarrillos electrónicos están destinados a ellos. 

Mejorar los estándares de pruebas es un paso fundamental para obtener una evaluación más precisa del perfil de riesgo de los cigarrillos electrónicos, proporcionando información valiosa para todos los interesados. La revisión, felizmente, concluye con el compromiso de seguir evaluando estudios de emisiones y realizar investigaciones futuras bajo los más altos estándares de calidad. 

«Nuestra revisión examina de cerca la química de las emisiones de los cigarrillos electrónicos, destacando los mejores métodos analíticos para medir sustancias químicas tóxicas específicas denominadas compuestos carbonílicos. Este enfoque ayuda a establecer un nuevo estándar para evaluar con precisión lo que hay en el vapor de los cigarrillos electrónicos», explica el doctor Roberto Sussman. 

«También encontramos un amplio consenso entre los estudios de la industria y los independientes, lo que refuerza la fiabilidad de los datos que sugieren que vapear puede ser una opción mucho más segura que fumar. Es importante incorporar la experiencia del consumidor en los estudios. Por desgracia, muchos estudios no tienen en cuenta la peculiaridad de las pautas de los usuarios de e-cig, por lo que no proporcionan información adaptada para aplicar los resultados en políticas sanitarias eficaces para combatir la lacra del tabaquismo», concluyó Simone Ronsisvalle.

Vea el estudio completo aquí.


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